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Este tipo de violencia, a menudo ignorado, puede ser igual o más destructivo que el físico. La OMS define la violencia psicológica como cualquier acto que cause daño emocional, afecte la autoestima de la víctima o la manipulación a través del miedo, la culpa o el aislamiento. En este sentido, los insultos, la humillación constante, el control y la manipulación emocional son formas de violencia psicológica.
Los estudios indican que muchas víctimas de violencia psicológica no denuncian, ya que los abusadores suelen emplear tácticas de manipulación para que sus víctimas se sientan culpables o incapaces de escapar. La violencia de pareja, en particular, se alimenta de este tipo de abuso.
Especialmente en su forma coercitiva, es un problema creciente y profundamente preocupante. Aunque no es tan visible como la violencia física, sus efectos en las víctimas son igualmente devastadores, afectando tanto su bienestar emocional como su desarrollo personal a largo plazo. En términos de números, la violencia psicológica y la coercitiva suelen ser difíciles de cuantificar con precisión debido a la falta de denuncias y al subregistro de casos, lo que a menudo ocurre porque muchas personas no son conscientes de que están siendo víctimas de este tipo de abuso. Según los últimos balances del Ministerio del Interior, aunque no se desglosan específicamente cifras de la violencia psicológica, el aumento en los delitos relacionados con el control y la coerción en el ámbito doméstico y de pareja sigue siendo alarmante.
Uno de los principales desafíos es que muchas víctimas no reconocen de inmediato los signos de la violencia psicológica, que incluye la manipulación emocional, el aislamiento, la desvalorización y las amenazas veladas, entre otras formas. Este desconocimiento contribuye al hecho de que muchas agresiones no se denuncien hasta que ya ha ocurrido un daño significativo. A esto se suma que en numerosos casos, las víctimas sienten miedo o vergüenza de denunciar, o bien no confían en el sistema judicial, lo que agrava el problema. A pesar de los esfuerzos del gobierno para mejorar el acceso a las denuncias y ofrecer protección a las víctimas, sigue habiendo una cantidad preocupante de casos que no se resuelven, debido en parte a la falta de herramientas legales efectivas para abordar la violencia psicológica en todas sus formas.
Desde nuestra experiencia, podemos afirmar que los efectos de la violencia psicológica son devastadores, tanto para las víctimas como para sus familias y comunidades. En muchas ocasiones, los daños psicológicos tardan mucho más en sanar que las heridas físicas. El control constante, la humillación y la indiferencia desgastan lentamente la autoestima y la salud mental de las personas.
Esta realidad subraya la importancia de visibilizar estas agresiones y fomentar un entorno donde las víctimas se sientan apoyadas para denunciar. La concienciación y la educación sobre los diferentes tipos de violencia psicológica son cruciales para combatir este tipo de abuso.
Esta forma de abuso está presente en muchos casos de violencia de género y relaciones tóxicas, y aunque cada vez es más reconocida en la legislación española, sigue siendo un reto procesar estos casos debido a la dificultad de probar este tipo de violencia. A pesar de que hay esfuerzos legislativos, muchos casos quedan sin resolver, lo que contribuye a la sensación de impunidad y la repetición del ciclo de abuso.
Es esencial que las víctimas, y aquellos cercanos a ellas, estén informados sobre las señales de abuso psicológico y coercitivo. La clave para combatir este tipo de violencia es la denuncia temprana, pero esto solo será posible si la sociedad en su conjunto se compromete a generar un entorno de apoyo y comprensión hacia las víctimas. Las instituciones también deben seguir mejorando sus protocolos para garantizar que los casos denunciados sean atendidos con la seriedad y rapidez necesarias. Solo a través de una acción conjunta podremos reducir la prevalencia de la violencia psicológica y coercitiva en España.
Sin embargo, es vital que como ciudadanos no solo denunciemos, sino que también fomentemos un sentido de comunidad y apoyo a las víctimas.
Es necesario que sigamos visibilizando estas agresiones para que los afectados sientan que no están solos y para que se siga fortaleciendo la lucha contra la violencia en todos sus tipos.
Fomentar el conocimiento de las personas en este tipo de agresiones
Crear una mayor unidad de la ciudadanía ante las agresiones.
Creación de guías y protocolos que nos ayudan al empoderamiento de la ciudadanía.
Crear red de personas físicas y jurídicas
Ayudar a las víctimas a denunciar
Con grupos de apoyo a las víctimas de estos hechos
Aunque nuestro observatorio nace en este aspecto para Chueca a Lavapiés, es decir la zona centro de la capital de España. Nuestros estatutos parten del principio de solidaridad de la Constitución Española, es decir al menos para los fundadores de esta asociación, nuestra plataforma nace desde y para la solidaridad entre toda la ciudadanía de España y fuera de nuestras fronteras. Ayudarnos desde el Apoyo Mutuo a combatir la violencia con las herramientas que ofrece el estado de derecho.
Te ponemos en contacto con la asociación de tu barrio, y si no la hay te ayudamos a crearla.
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