Gestación Subrogada con garantías

La gestación por sustitución o gestación subrogada (GS) es una técnica de reproducción asistida cada día más presente en nuestra sociedad y a la que personas solas o parejas homo o heterosexuales, con problemas reproductivos, recurren como vía para fundar su propia familia.

Una realidad que ha hecho que hoy, en Europa, muchos Estados la estén regulando o estudiando su regulación. También organismos internacionales, como la Conferencia de Derecho Internacional Privado de la Haya, apuestan por generar un marco regulatorio, en este caso supranacional.

Esta posición regulacionista tiene dos objetivos claros:

-Evitar los abusos que se puedan producir a lo largo de un proceso de GS.

-Respetar los derechos humanos, sexuales y reproductivos de todas las personas
implicadas y, de forma especial, los derechos de menores y gestantes.

Pero, mientras la regulación llega a todos lados, las familias tendremos que seguir yendo a
terceros países y es en esta situación cuando tenemos que plantearnos que hay que hacer
una GS con garantías. O lo que es lo mismo, una GS ética.

El que se trate de un proceso ético no es solo una cuestión moral o de respeto a los DDHH,
es que las posibilidades de que el proceso sea satisfactorio, sin imprevistos ni
complicaciones, las posibilidades ser padres/madres y regresar a España pronto con
nuestros hijos depende, precisamente, de hacer bien las cosas.

  • De ahí la importancia de buscar la forma más respetuosa de actuar -una responsabilidad de cada madre/padre- y prestar atención a una serie de detalles que señalan un proceso garantista.

    Entre estos tenemos:
    ● Existencia de una ley que proteja a todas las partes o bien sentencias judiciales que avalen el proceso.

    ● Valoración médica y psicológica tanto de progenitores intencionales como de gestantes.

    ● Conocer a la mujer gestante, hablar con ella y ver que somos compatibles.

                        ○ Por ejemplo, si tenemos claro que abortaríamos ante una anomalía cromosómica del feto, no podemos realizar la GS con una gestante provida que rechaza la interrupción voluntaria del embrazo.

    ○ Plantear con claridad lo que cada parte desea y espera en relación a
    embarazo, parto y postparto y relaciones a largo plazo.

    ● Confirmar que la gestante ha dado un consentimiento válido. Esto, una vez más, se consigue hablando con ella y conociéndola.

    ● Respeto a la autonomía de la mujer gestante durante todo el proceso. Ella es la que tiene la capacidad de decidir cómo realizar el seguimiento de la gestación, dónde y cómo dar a luz, etc.

    ● Transferencia de un solo embrión. Las transferencias y gestaciones múltiples suponen un riesgo que no está justificado salvo por indicación médica o del biólogo responsable de los embriones.

    ● Asegurar el derecho de nuestro hijo a conocer sus orígenes, de forma que podamos aportarle toda la información al respecto en el futuro.

    ● Asesoría legal para gestante y progenitores internacionales. Por otro lado, nos deben alertar de la existencias de un proceso poco ético, con riesgos frecuentemente inasumibles, detalles como:

    ● Falta de regulación legal. Quienes nos proponen aprovechar los vacíos legales en realidad nos están proponiendo jugar a una lotería que puede salir bien o puede  suponer acabar en fracaso tras gastar mucho dinero y, aunque reclámenos por vía judicial, el daño real nunca es reparable.

    ● Desconfiar de quienes nos digan que no hace falta conocer la ley y que ellos se ocupan de “todo”. Conocer la situación legal de la GS en el país en que vayamos a realizarla es esencial.

○ En este sentido, hay que saber que muchas regulaciones solo son de aplicación a mujeres solas o parejas heterosexuales y que hombres solos o
parejas gais no pueden acudir a ciertos países, aún cuando nos digan que sí.

○ Igualmente hay que saber si se precisa, o no, vínculo biológico para realizar el proceso. Muchos países sólo reconocen la filiación biológica del menor, esto es, a través del padre que ha aportado su semen.

○ La GS para familias homoparentales u hombres solos es posible realizarla en pocos países. En USA, Canadá o México, por ejemplo, es posible. En otros lugares no lo es y si os lo proponen, reflexionadlo mucho, pues sería un proceso basado en mentiras e ilegalidades, lo que sitúa en riesgo a nuestro futuro hijo, a la mujer gestante y a nosotros mismos. Si no hay legislación o jurisprudencia, sería arriesgado.

○ Tal es el caso de Albania, lugar que se puede ofrecer como muy interesante, pero que carece de garantías mínimas, en especial para personas LGTBI.
(Albania actualmente tiene en trámite un proyecto de ley de GS que excluye a parejas gais y hombres solos).

● Desconfiar de quienes te digan cosas como “le garantizamos que logrará un embarazo” o “ si no lo logra le devolvemos su dinero” y otras frases publicitarias similares. Nadie, en ninguna circunstancia, puede asegurar que se logrará la gestación ni, mucho menos, que tendremos un hijo. Quienes hacen esas afirmaciones están mintiendo. Y comenzar con mentiras un proceso de GS no parece lo más adecuado.

● No realizar procesos a través de varios países. A veces aparecen intermediarios que proponen crear los embriones en un país, hacer la transferencia de los mismos en otro, dar a luz en un tercero y cosas así de peregrinas. Eso es terreno ilegal y en el momento en que algo falle nos veremos sin la mínima cobertura y, como se ha dicho, podemos perderlo todo. Hay que tener esto claro: es una completa ilegalidad, pero, sobre todo, es un altísimo riesgo. Cualquier incidencia que ocurra, como un parto prematuro por ejemplo, puede tirar por tierra todo lo planeado y podemos
quedarnos sin nada.

● Desconfiar de quienes eligen la gestante por nosotros. Nosotros debemos poder decidir y eso sólo se logra tras hablar con ella. Por su parte, la gestante también tiene que desear hacer el proceso con nosotros, elegirnos, y de nuevo eso requiere contactar y hablar.
En caso de dudas, lo recomendable es contactar con alguna asociación española en la que
haya familias formadas por GS y que pueda servir para orientar las decisiones.

Texto de Pedro Fuentes, colaborador de Igual Dignidad